domingo, 4 de septiembre de 2011

Dama de gris


“Los brazos de aquella dama vestida de gris me rodearon, acurrucándome en aquel seno lleno de tristeza. La amargura entró a mi pecho, sin la menor dificultad. Mis ojos miraron el vacío, mi cuerpo se quedó sin movilidad, sólo mi mente, la cual divagó en los errores que marcaron mi vida.
                La dama me sonrió, con aquel gesto mezquino que sin explicación razonable, me lleno de calma. Tal vez le lleno de alegría el tener mi compañía, eso jamás lo sabré, porque ella no suele hablar, sólo se dedica a protegerme de los demás cuando busco sus brazos.
                El sueño me vence, solo quiero abandonarme en sus brazos y soñar con mis amargos recuerdos, para que así logre… recordar quién soy.” 


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